jueves, 12 de enero de 2012

Pierre-Antoine Cousteau




M. Jean Otmar, nuestro distinguido colega de la Gaceta Polska, expulsado de Moscú después de cuatro años de residencia porque sabía demasiado y que, decididamente, no era bastante "dócil" me decía, después de mi último viaje a Varsovia:

"Si la guerra estallase entre mi patria y la U.R.S.S. y el segundo negociado ministerial polaco hiciese un llamamiento a mi experiencia para sembrar la desmoralización en los rangos enemigos, he aquí lo que yo aconsejaría: haría falta divulgar profusamente, entre el campesinado ruso, octavillas preconizando el reparto de las tierras y la vuelta a la pequeña propiedad privada; entre los obreros, octavillas de inspiración "trotskista" (revolución permanente, insurrección contra los burócratas explotadores, etc.) y en fin, por doquier, para todo el mundo, para los campesinos, para los obreros, para los funcionarios, para los intelectuales, octavillas antisemíticas…."

Y, como yo manifestase cierta sorpresa, el señor Otmar continuó:

"Muy poca gente sospecha, fuera de las fronteras de la U.R.S.S., a que grado de furor antisemítico veinte años de bolchevismo han llevado a la nación rusa. El odio del judío es actualmente el único sentimiento capaz de cimentar la unión en este desgraciado país, y me estremezco con la idea del gigantesco pogrom que desencadenará automáticamente la caída de Stalin. Esto será espantoso…."

"Esto será espantoso" es lo que me han repetido, con más o menos matices, todos los observadores dignos de fe con los que yo he podido hablar.

Un juicio autorizado.

Esta permitido, sin exageración alguna, escribió el profesor judío Pasmanik, que antes de la revolución, la situación económica de los judíos rusos era no solamente satisfactoria sino francamente buena. Y todo el desarrollo del régimen económico existente en Rusia no habría podido más que contribuir más aún al crecimiento del bienestar judío.

Tal vez fue esto justamente el gran error del zarismo de haber dejado a apátridas conquistar posiciones económicas tan fuertes y sobretodo de haber permitido que ellos inundasen las universidades donde ellos fueron los furrieles del marxismo, pero esto no es de lo que debemos de ocuparnos aquí.

La revolución.

Sobreviene la revolución que es, tal como es explicada en los artículos colindantes, desencadenada según el evangelio judío de Karl Marx, con un estado mayor casi enteramente judío y con métodos judíos.

Después se organiza la guerra civil. Aparentemente, la Cuestión Judía es dejada aparte. Naturalmente, los jefes comunistas afirman que ella no existe- porque en todos los países, desde que los judíos están en el poder, no hay más Cuestión Judía. Los generales blancos, de su parte, ya se trate de Dénikhine, de Koltchak o de Wrangel, se guardan bien de incitar a sus soldados al pogrom. Ellos preconizan "la unión nacional" y sin duda se privan así de un precioso medio de propaganda que hubiese tal vez reunido a numerosos partisanos. Ni de un lado ni del otro, en efecto, las tropas no obedecen a sus jefes y la masacre de los judíos parece ser la primera preocupación de los guerreros blancos o rojos.

Los blancos matan a los judíos porque del otro lado de la barricada, los jefes se llaman Apfelbaum, Sobelsohn o Mallach-Meyer y los rojos matan a los judíos por instinto, por simple ferocidad, por el gusto de matar, y también para vengarse de ser mandados por el "Feld Marschall" Leon Bronstein, llamado Trotsky y tener como presidente de la república a Iacob Sverdlov. Porque los militares bolcheviques, tan ortodoxos como hayan podido serlo el día de su reclutamiento, no pueden escapar, después de algunos meses de campaña, a la "deformación profesional". Muy rápidamente, ellos se sienten más soldados que bolcheviques. Como soldados, ellos juzgan indecente recibir órdenes de judíos parlanchines del Kremlin y trasfieren su irritación sobre inocentes. Es la época de los más espantosos pogroms que la historia haya jamás registrado. Y sobre el terreno, los rojos aventajan con mucho a sus enemigos blancos. El ejercito patriota esta sometido a pesar de todo a una cierta disciplina que limita sus excesos, mientras que los guerreros bolcheviques se burlan abiertamente de los comisarios políticos y de las abjuraciones de Leon Trotsky.

La guerra civil, sin embargo, se concluye con la ventaja de los comunistas. Los movimientos patrióticos son destruidos unos detrás de otros en las "zonas de residencia" y los jefes nacionalistas son reemplazados un poco por todas partes por comisarios del pueblo judío enviados de Moscú o reclutados en el lugar. En la Gran-Rusia, no se ha comprendido aún…. La ejecución de algunos grandes banqueros judíos matados al mismo tiempo con vulgares aristócratas rusos ha hecho ilusión. Los proletarios de Moscú y de Petrogrado pueden aun imaginarse que el bolchevismo significa la "liquidación" de todos los antes citados, de todos los explotadores cualquiera que sea su raza.


Fuente: Articulo titulado "Preparan los Marxistas el mayor progom de todos los tiempos?" publicado en el periodico "Je Suis Partout", 15 de abril de 1938.



Pierre-Antoine Cousteau


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1 comentario:

  1. "Israel y EE.UU. desarrollan una guerra secreta contra Irán"

    Ilan Mizrahi,http://actualidad.rt.com/actualidad/internacional/issue_34735.html

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