jueves, 20 de mayo de 2010

Giovanni Papini




El Romanticismo alemán había creado el Idealismo, y rehabilitado el Catolicismo; viene un hebreo de Dusseldorf, Heme y, con un genio alegre y maligno, se burla de los románticos, de los idealistas y de los católicos.

Los hombres han creído siempre que política, moral, religión, arte, son manifestaciones superiores del espíritu; llega un hebreo de Tréveris, Marx, y demuestra que todas aquellas idealísimas cosas vienen del barro y del estiércol de la baja economía.

Todos se imaginan al hombre de genio como un ser divino y al delincuente como un monstruo; llega un hebreo de Verona, Lombroso, y nos hace tocar con la mano que el genio es un semioco epiléptico y que los delincuentes no son otra cosa que nuestros antepasados sobrevivientes, es decir, nuestros primos carnales.

Cada uno de nosotros está persuadido de ser, en un conjunto, un hombre normal y moral; se presenta un hebreo de Freiberg, en Moravia, Sigmund Freud, y descubre que en el más virtuoso y distinguido caballero se halla convertido un invertido, un incestuoso, un asesino en potencia. Desde el tiempo de las Cortes de Amor y del Dulce Estilo Nuevo, estamos habituados a considerar a la mujer como un ídolo, como un caso de perfecciones; interviene un hebreo de Viena, Weininger, y demuestra científicamente y dialécticamente que la mujer es un ser innoble y repugnante, un abismo de porquería e inferioridad.


Fuente: Gog



Giovanni Papini


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