viernes, 23 de marzo de 2012

Pío V




"El pueblo hebreo -dice-, elegido en otro tiempo por el Señor para ser participante de los celestes misterios por haber recibido los oráculos divinos, cuanto más en alto fue levantado en dignidad y gracia sobre todos los otros, tanto más, por culpa de su incredulidad, fue después abatido y humillado; cuando llegó la plenitud de los tiempos fue reprobado como pérfido e ingrato, después de haber quitado la vida indignamente a su Redentor. Porque perdido el sacerdocio, habiéndosele quitado la autoridad de la Ley, desterrado de su propia tierra, que el Benignísimo Señor le había preparado, donde corría la leche y la miel, anda errante hace ya siglos por el orbe de la tierra, aborrecido y hecho objeto de insultos y desprecios por parte de todos, obligado, como vilísimos esclavos, a emprender cualquier sucio e infame trabajo con el que pueda satisfacer el hambre. La piedad cristiana. teniendo compasión de esta irremediable caída, les ha permitido hallar hospitalidad en medio de los pueblos cristianos... Sin embargo, la impiedad de los judíos, iniciada en todas las artes más perversas, llega a tanto que es necesario, si se quiere atender a la salud común de los cristianos, poner remedio rápido a la fuerza del mal.

Porque, para no nombrar los muchos modos de usuras con los que los judíos arrebatan los recursos de los cristianos pobres, creemos que es demasiado evidente que ellos son los cómplices y ocultadores de rateros y ladrones que a fin de que no se conozcan las cosas profanas y religiosas que éstos roban, o las ocultan, o las llevan a otro lugar o las transforman completamente; muchos también, con el pretexto de asuntos del propio trabajo, andan rondando por las casas de mujeres honestas y hacen caer a muchas en vergonzosos latrocinios; y lo que es peor de todo, entregados a sortilegios, a encantaciones mágicas, a supersticiones y maleficios, hacen caer en las redes del diablo a muchísimos incautos y enfermos que creen que profetizan acontecimientos futuros, que revelan robos.

Tesoros y cosas ocultas y que dan a conocer muchas cosas de las que ningún mortal tiene poder de investigar. Por fin, tenemos perfecto conocimiento de cuán indignamente tolere esta raza perversa el nombre de Cristo, cuán peligrosa sea para todos los que lleven este nombre, y con qué engaños busca poner acechanzas contra sus vidas. En vista de éstas y otras gravísimas cosas, Y movidos por la gravedad de los crímenes que diariamente aumentan para malestar de nuestras ciudades, y considerando, además, que la dicha gen te, fuera de algunas provisiones que traen de Oriente, de nada sirven a nuestra República."


Fuente: Bula Papal "Hebraeorum gens", 1569.



Antonio Michele Ghiselieri


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