domingo, 24 de julio de 2011

James Petras



Los judíos de Norteamérica, Suramérica y Europa están de modo desproporcionado en los puestos mejor pagados y los grupos étnicos más influyentes, con mayor proporción en las exclusivas y prestigiosas universidades privadas, con influencia desproporcionada en las finanzas y los medios de comunicación, socios de los clubs de campo y exclusivos - está claro que el “antisemitismo” es un tema muy marginal. [...]

A diferencia de la relación de Washington con la UE, Japón y Oceanía, es Israel quien presiona y consigue la transferencia enorme de recursos financieros (2,8 mil millones de dólares por año, 84 mil millones de dólares en 30 años). Israel consigue el armamento más moderno y transferencias de tecnología, la entrada irrestricta en los mercados estadounidenses, la entrada libre de inmigrantes, el compromiso incondicional del apoyo estadounidense en caso de guerra y represión del pueblo colonizado y los vetos estadounidenses garantizados contra cualquier resolución de las Naciones Unidas.

Desde el ángulo de las relaciones interestatales, es el más pequeño poder regional que extrae tributo del Imperio, un resultado de apariencia única o paradójica. La explicación de esta paradoja se encuentra en el poderoso e influyente papel de los judíos pro Israel en sectores estratégicos de la economía estadounidense, partidos políticos, Congreso y Poder Ejecutivo. [...]

El poder de Israel se manifiesta en las numerosas peregrinaciones anuales que los políticos influyentes estadounidenses hacen a Israel para declarar su lealtad al estado israelí, incluso durante períodos intensivos de represión de la gente rebelde sometida. Por el contrario, los sátrapas estadounidenses del mini-imperio israelí aplaudieron la invasión de Líbano por el estado judío, su sangrienta represión de las Intifadas I y II y se opusieron a cualquier mediación internacional para impedir más masacres israelíes, sacrificando la credibilidad de las Naciones Unidas. [...]
El poder de Israel está basado en la Diáspora, las muy estructuradas y políticamente y económicamente poderosas redes judías que tienen acceso directo e indirecto a los centros de poder y propaganda del país imperial más poderoso del mundo. El tributo es exigido por medio de la influencia de estos “colonialistas internos” que funcionan en el nivel de formadores de opinión de los medios de comunicación y a través del Congreso y la Presidencia. Cerca del 50 % de la financiación del Partido Demócrata proviene de judíos pro-israelíes. Por cada dólar gastado por las redes judías en influenciar los resultados del voto, el estado israelí recibe 50 dólares en ayuda para financiar la construcción y el armamento del asentamiento colonial en los Territorios Ocupados completo con piscinas, jardineros Rumanos y criadas Filipinas. [...]

En Estados Unidos hay esencialmente cuatro fuentes básicas de apoyo financiero, ideológico y político a la economía rentista israelí:

Donantes judíos ricos y poderosas y disciplinadas organizaciones recaudadoras de fondos.

El Gobierno estadounidense - tanto el Congreso como la Presidencia.

Los medios de comunicación - en particular The New York Times, Hollywood y las principales cadenas televisivas.

Los jefes de los sindicatos y los directores de los fondos de pensiones.

Hay una solapación importante entre estas cuatro configuraciones institucionales. Por ejemplo, los partidarios judíos en el lobby israelí trabajan en estrecha colaboración con líderes del Congreso para conseguir ayuda militar y económica estadounidense a largo plazo y a gran escala para Israel. La mayor parte de los medios de comunicación y algunos sindicatos están bajo la influencia de partidarios incondicionales de la maquinaria bélica israelí y su economía rentista. Judíos pro israelíes están representados de modo desproporcionado entre los financieros, políticos, profesionales, académicos, inmobiliarias, seguros y medios de comunicación. Aunque los judíos son una minoría en todas y cada una de estas categorías, su desproporcionado poder e influencia proviene del hecho de que están organizados, son activos y se concentran en una sola cuestión - la política estadounidense en Oriente Medio, y expresamente en conseguir apoyo militar, político y financiero masivo, incondicional, y continuado de Washington a Israel. Operando desde sus puestos estratégicos en la estructura de poder, son capaces de influir en la política y censurar cualquier voz disidente que circule libremente por los sistemas de comunicaciones y político. [...]

C. Wright Mills escribió una vez que la “élite del poder” estadounidense gobernaba negando tener poder; la élite sionista sigue esta fórmula, pero la defiende acusando a sus adversarios de ser “antisemitas” y adoptando medidas retributivas que satisfarían al antiguo senador Joseph McCarthy. La configuración del poder sionista (ZPC) no se puede entender simplemente como el “lobby judío” o incluso el AIPAC, tan formidable como es, con 150 funcionarios a tiempo completo. La ZPC puede entenderse mejor como una red compleja de agrupaciones formales e informales relacionadas entre sí, funcionando en los ámbitos nacionales, regionales y locales y directamente y sistemáticamente subordinadas al estado de Israel, los que allí ostentan el poder y toman las decisiones clave. La influencia es manejada por medio de influencia directa por los representantes sionistas en el gobierno (más notablemente en el Pentágono con el régimen de Bush) tanto en la rama ejecutiva, como en el Congreso; indirectamente por medio del uso de los fondos de campaña para influenciar la selección de candidatos dentro de los dos partidos políticos principales y para derrotar a los críticos de Israel y recompensar a los políticos electos que seguirán la línea de Israel. Los parámetros del debate político en cuestiones relacionadas con Israel - que se han ampliado a lo largo del tiempo - son conformados por organizaciones sionistas de gran influencia en los medios de comunicación, censurando y atacando virulentamente a los críticos y auspiciando “noticias” y comentarios favorables a Israel. El cuarto círculo de influencia es a través de organizaciones locales y sectoriales (cuerpos profesionales, sindicatos, fondos de pensiones etc.), tanto afiliados al aparato nacional como encajados en la “sociedad civil local”. Esta es probablemente la amenaza más seria pues inhibe a los ciudadanos medios de EE.UU. para que expresen sus dudas y críticas sobre la política israelí. Por todo EE.UU., editores locales, intelectuales y activistas críticos e incluso médicos han sido tildados de “neo-Nazis” y han recibido llamadas telefónicas y visitas amenazadoras de los fanáticos locales pro-Israel - incluidos miembros ‘respetables’ de la comunidad judía. Las consecuencias generalmente paran la discusión e intimidan a ciudadanos locales que abogan por una política extranjera independiente y democrática. El poder sionista es acumulativo pues cada sector complementa a los otros dando a la minoría gran influencia general. [...]

Mientras que EE.UU. prosigue la guerra en Irak, el gobierno israelí ha sido igualmente brutal: dedicándose al asesinato premeditado de líderes Palestinos, destruyendo sistemáticamente millares de hogares, granjas, huertos, almacenes, escuelas, mezquitas y fábricas, y matando y mutilando a millares de activistas Palestinos, de civiles mujeres y niños. Recurren de modo rutinario a encapuchar, esposar y torturar a los detenidos. Todos los principales grupos judíos pro-Israel en EE.UU., por activa y por pasiva han defendido todos estos crímenes contra la humanidad, presionando con éxito a los dos partidos importantes, al Congreso y al Presidente para que no digan nada: ninguna protesta, ninguna investigación, ningún castigo.


Fuente: Artículo titulado Conexión EE.UU.-Irak-Israel-Sionismo, 25 Junio 2004.



James Petras


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