miércoles, 10 de febrero de 2010

Gregorio Marañón




"La de 1492, fue, sin duda, la más inteligente y por tanto la menos inhumana de todas las persecuciones antisemitas que conoce la historia. Las consecuencias políticas de esta emigración fueron, en efecto, desgraciadas para España; pero no como se ha venido diciendo, a la ligera, porque el país se arruinase por la ausencia de los industriosos judíos, pues éstos siguieron siendo los banqueros de España... Lo malo de la expulsión israelita se debió, como dice acertadamente Walsh, a que desde fuera de España, con el gran poder de sus riquezas y con la tenacidad implacable de la raza, los judíos se convirtieron en aliados permanentes y eficacísimos de los enemigos de la España católica; yo creo que no por ser católica, sino por ser fuerte y su enemiga... Hoy podemos afirmar que una de las fuerzas más poderosas que- contribuyeron a la caída de la Casa de Austria española, fue la influencia israelita ejercida por los enemigos de España y sus descendientes.

Estos falsos convertidos o marranos seguían actuando no sólo como banqueros y comerciantes sino en los puestos de mayor responsabilidad del Estado y, en ocasiones, de la Iglesia nacional. El Cabildo de la Catedral de Toledo estuvo, en alguna ocasión, lleno de marranos, y marrano resultó hasta uno de los confesores de Felipe II.

Descendiente de los judíos españoles era también Spinoza, el gran filósofo de Amsterdam, a quien Vóssler considera como el intermediario entre el gran movimiento racionalista árabe-israelita que floreció en el sur de España en el siglo XII y el movimiento enciclopedista de la Europa del siglo XVIII.
Más adelante, en el siglo XIX, los israelitas del sur de Francia, todos ellos de nombre español o portugués, intervinieron activamente en las constante guerras civiles españolas. En gran parte, estas guerras fueron preparadas o dirigidas desde la frontera francesa por los emigrados españoles... Y en estas conspiraciones encontramos con gran frecuencia mezclados a los israelitas del Bearn o de la Gironde. Ya Montesquieu había profetizado este papel de los sefarditas del Sur. Como es natural, los judíos ayudaban a los partidarios liberales que por entonces suprimieron definitivamente la Inquisición, el tribunal odiado por la raza y odiado con evidente exageración. El ministro español Mendizábal, que se había formado en la emigración, en Inglaterra y en Francia, y que fue, después, en tiempo de la reina Cristina, la viudad de Fernando VII, dictador de la hacienda española y autor de la ley de expropiación de los bienes de las órdenes religiosas, tuvo relación íntima con los banqueros israelitas de Bayona."


Fuente: Españoles fuera de España



Gregorio Marañón y Posadillo


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