sábado, 7 de noviembre de 2009

José Antonio Primo de Rivera




Carlos Marx era un judío "alemán" que desde su gabinete observaba con impasibilidad terrible los más dramáticos acontecimientos de su época. Era un judío "alemán" que frente a las factorías inglesas de Manchester, y mientras formulaba leyes implacables sobre la producción y los intereses de los patronos y los obreros, escribía cartas a su amigo Federico Engels diciéndole que los obreros eran una plebe y una canalla de la que no había que ocuparse sino en cuanto sirviera para la comprobación de sus intereses.

Cuando el marxismo culmina en una organización como la rusa, se les dice a los niños, desde las escuelas, que la Religión es el opio del pueblo; que la Patria es una palabra inventada para oprimir, y que hasta el pudor y el amor de los padres a los hijos son prejuicios burgueses que hay que desterrar a todo trance.

El socialismo ha llegado a ser eso. ¿Creéis que si los obreros lo supieran sentirían simpatías por una cosa como esa, tremenda, escalofriante, que concibió en su cabeza aquel judío que se llamaba Carlos Marx?.


Fuente: Discurso en Valladolid, 4-3-1934



José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia


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