jueves, 7 de abril de 2011

A. T. Wassiliew




"El Zar Alejandro I ya había permitido expresamente a los judíos que adquiriesen tierras y las explotasen. Su sucesor, Nicolás I, se esforzó en que los judíos fijasen su residencia en el campo, otorgándoles generosas subvenciones y concediendo, a los que se declaraban dispuestos, ciertas prerrogativas, entre otras la exención del servicio militar. Pero pronto se vio que no podían sostenerse las colonias agrícolas judías. No había forma de acostumbrar a la población judía a ganar su sustento más que por los negocios. Hubo que renunciar, pues, a tan bienintencionado ensayo y se necesitó marchar precisamente por el camino contrario. En esta fatal incapacidad de los judíos para un trabajo sano y productivo estaba el fundamento de todo el mal. El Gobierno no hubiera tenido el menor motivo para tomar medidas contra los judíos si esto no hubiera sido verdaderamente imprescindible para proteger al pueblo ruso y, en particular, a los labradores. El campesino ruso era demasiado sencillo y bonachón para defenderse por sí mismo contra la inteligencia y la falta de escrúpulos de estas gentes."


Fuente: Okhrana, p. 57.



A. T. Wassiliew


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