martes, 5 de abril de 2011

Francis Scott Fitzgerald




Debajo de una larga y concurrida avenida el leyó una docena de nombres judios en una línea de tiendas; en la puerta de cada tienda había un pequeño hombre oscuro mirando a los transeúntes con ojos absortos - ojos relucientes con sospecha, con orgullo, con claridad, con avaricia, con comprensión. Nueva York no puede disociarse del lento, ascendente deslizamiento de esta gente. Las pequeñas tiendas, creciendo, expandiéndose, consolidándose, moviéndose, observadas por encima con ojos de halcón y una atención de abeja al detalle. Ellos salían de todas partes. Era impresionante, en perspectiva era tremendo.


Fuente: The Beautiful and Damned. 1922



Francis Scott Key Fitzgerald


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