martes, 8 de febrero de 2011

William Shakespeare




No es en tu suela, sino en tu alma, áspero judío, donde sacas filo a tu cuchillo. Ningún metal, ni aún el hacha del verdugo, corta la mitad de tu malicia aguzada.

Pensad, os ruego, que estáis razonando con el judío. Tanto valdría iros a la playa y ordenar a la marea que no suba a su altura acostumbrada; podéis asimismo prohibir a los pinos de las montañas que balanceen sus altas copas cuando son agitadas por los ventarrones celestes; podeis, igualmente, llevar a cabo la empresa más dura de ejecución antes de probar el ablandamiento pues ¿hay nada más duro? de su corazón judío.

Miserable inhumano, incapaz de piedad, cuyo corazón vacío está seco de la más pequeña gota de clemencia.


Fuente: El Mercader de Venecia



William Shakespeare


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