sábado, 27 de marzo de 2010

Friedrich Schiller




La indignidad y abyección de la nación (judía) no puede destruir el elevado mérito de su legislador (Moisés) y menos aún eliminar la gran influencia que esta nación afirma con derecho en la historia mundial. Debemos estimarla como un vaso impuro (ein unreines und gemeines Gefas), en el cual, sin embargo, se ha conservado algo valioso (el monoteísmo)... Durante esta larga estancia vivieron separados de los egipcios, separados tanto por el propio lugar de residencia que tomaron, como por el estado moral, que les hacía ser mirados con repulsión por todos los habitantes del país y que los excluyó de toda participación en los derechos civiles de los egipcios... semejante multitud segregada en el corazón del Imperio, ociosos en su modo de vida nómada, que entre ellos se mantenía muy arraigado, que no tenía ningún interés común con el estado, podía, en caso de un ataque enemigo, hacerse peligroso, cayendo fácilmente en la tentación de aprovecharse de la debilidad del Estado, del cual era ociosa espectadora... al temor a la antipatía, desde siempre, se había abrigado contra ellos en Egipto, se asociaban, pues, además la repugnancia (a causa de la enfermedad de la lepra) y un profundo y rechazante desprecio.


Fuente: Die Sendung Mosis



Johann Christoph Friedrich Schiller


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