viernes, 25 de diciembre de 2009

Julio Verne




El judío Samuel era un infame, que traficaba con todo y en todas partes, como descendiente en línea recta de aquel Judas que entregó a su maestro por 30 dineros.

La dueña, vieja judía, en cuyo rostro se reflejaba la avaricia y la codicia.

"¿Quiere usía un recibo?" —pregunto el judío—.

El Marqués, sin responderle, pasó a la habitación contigua.

"¡Orgulloso español! —murmuró Samuel entre dientes—.

Quiero confundir tu insolencia, del mismo modo voy a disipar tus riquezas. Soy hombre muy hábil y la razón está en que mis intereses corren parejos con mis pensamientos".


Fuente: Martin Paz



Jules Gabriel Verne


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