miércoles, 16 de junio de 2010
José Maria de Eça de Queiroz
Su pompa espectaculosa de Salomones parvenus, ofende nuestro gesto contemporáneo, que es sobrio. Hablan siempre alto, como en país conquistado; én un restaurante de Londres o de Berlín nada hay más intolerable que el ladrido semita. Cubiertos de joyas, todos los arreos de sus carruajes son de oro, y aman el lujo grosero y vistoso.
Todo esto irrita.
El mundo judío se conserva aislado, compacto, inaccesible. Invaden la sociedad alemana, quieren brillar y dominar, pero no permiten que el alemán meta siquiera la punta del zapato dentro de la sociedad judía. Sólo se casan entre sí, entre sí se ayudan regiamente, dándose unos a otros millones pero no favorecerán con un mendrugo al alemán más hambriento. Naturalmente un exclusivismo tan acentuado es interpretado con hostilidad y pagado con odio.
El buen alemán no puede tolerar este espectáculo del judío engordando, enriqueciéndose, reluciente, en tanto que él, cargado de hijos, tiene que emigrar a América en busca de pan.
Fuente: Cartas de Inglaterra
José Maria de Eça de Queiroz
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Igual que los chinos que vinieron a vivir por aquí hace años: Hablaban a gritos por la calle, y se mantienen separados del resto.
ResponderEliminarEfectivamente otros que tal bailan, como se nota que son dos pueblos orientales.
ResponderEliminarHombre Bueno: Jacinto de Tormes
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